viernes, 30 de marzo de 2012

Quizás no hayas sido más que un cambio. Tal vez ahora sea yo la que no quiere que vuelvas. O al menos la que no lo espera con ansia. A lo mejor ahora no me muero porque vuelvas. Aunque si vuelves no te negaría nada. Pero te puedo decir que tal vez me acostumbre a vivir sin ti, bueno, a vivir sin ti de esa manera. Que ahora he vuelto a dormir más o menos bien. Que no me duele tanto la cabeza. Y que si se me cae el mundo encima pesa un poco menos. Vamos, si no estás es porque no querías, y si no querías estar tal vez no merecieras demasiado la pena. Y si sí lo hacías, pues hijo, qué se le va a hacer, con Dios. Tal vez sea que haya más personas en el mundo, casi siete mil millones, y me acabo de dar cuenta. O que he conocido a una de esas siete mil millones de personas, y, tal vez, sea más capullo que tú, pero, de momento, no ha pasado de mí. Sino, da igual, yo ya me conozco demasiado la historia. Una cicatriz más no marcará demasiado.
Dicen que las cosas son siempre iguales. Pero que siempre hay una excepción. Un 1% al que las cosas les van mejor. Vamos a ser tú y yo esa excepción. Sé que parece una locura. Y mucho más después de todo lo que nos hemos dicho. Pero vamos, intentémoslo. Vamos a ser el chico capullo y la chica a la que le rompieron el corazón. El chico al que le entran dudas y la chica que sigue enamorada hasta las trancas. El chico que pide perdón y la chica que perdona. Los que se quieren como siempre se han querido, o como nunca. Venga, seamos la excepción, probemos una vez más. Démonos una segunda oportunidad, pero no para tí, ni para mí, sino para nosotros.
Noto tu sudor, tu mirada de locura, de pasión. Tú quieres más, yo no quiero parar. Dejamos a un lado lo humano para convertirnos en fieras al devorarnos. Con pequeños mordiscos recorro tu cuerpo , hasta llegar cerca de tu oído. Me dices que siga, que eres todo mio. Sé que lo eres, te digo. Paseo mi lengua hasta llegar a tu ombligo. Aumenta la temperatura, se derrite todo a nuestro alrededor. Tu pasión explota, ciega la razón. Me levantas, me empujas contra la pared, levantas mis manos en alto, me besas cerca de los labios. Y con un susurro cargado de dominación te hago una promesa;
A partir de hoy aunque estés con otras, será en mí en quien pienses...
Hoy soy perversa, y a la vez gilipollas. No sé si estoy haciendo lo correcto o simplemente me estoy haciendo más daño. Justo hoy es cuando desearía tener algún tipo de superpoder con el que saber qué hacer en cada momento. Ojalá fuera posible. Todo sería tan fácil... pero venga, no empieces con mierdas de estas. Sea como sea, a ti lo que te gusta es la marcha, que la vida te dé caña. Te golpee lo más fuerte posible, sí, te encanta. Y puede sonar masoquista, es más, es totalmente masoquista pero ¿y qué? Que gracia tendría la vida si todos fuésemos felices, sin sufrimientos, sin complicaciones? NINGUNA. Una mierda todo. 
Hmmm, ya estás hablando sola otra vez. Te quejarás después de que te llamen loca. Si es que lo estás. (Sabes que te gusta.)

miércoles, 14 de marzo de 2012

Que nada importe y hacer locuras. Que no se me note la amargura en la cara. Que si tengo que ser mala lo seré. Y si tengo que tragarme las lágrimas lo haré. Que a partir de ahora me verás sonreír todos los días. Y si no te gusta, te jodes.



sábado, 10 de marzo de 2012

casa vacía

"Sólo yo conozco el vacío que siento cuando cierro esas puertas. Unas puertas que separan dos mundos: uno contigo, y el otro sin ti. Ver esta casa que alberga mi corazón así me remueve el alma. Me duele ver esta casa en la que un día hubo música, en la que hubieron risas y abrazos; unos abrazos en los que se entrelazaban nuestros brazos formando un nudo imposible de deshacer. Aún te veo en el sofá, pues los cojines recuerdan tu figura, y aún no ocupo tu lado de la cama: territorio sagrado. Maldita cama en la que compartimos cuerpos y sueños, en ella, en esta cama ya no quedan más sueños sino imborrables recuerdos de ti. Tu almohada todavía huele a ti y la mía no me deja dormir.

Hace frío, o al menos aquí siempre tengo frío. Tengo que salir a la terraza a respirar un aire sin ti, a cerrar los ojos e intentar sentir en mi cara las caricias de un sol de ocaso. Y sí, cada vez que voy a abrir los ojos deseo desde lo más profundo de mi ser verte, que aparezcas delante de mí y que todo haya sido una breve y fugaz pesadilla. Pero lo único que veo es un sol que se esconde en el horizonte y una luna en medio del cielo que ensombrece mis esperanzas.

Me pregunto si cambiar de casa cambiará mi amor. Porque sustituir tu cuerpo por otros no lo ha conseguido. Ingenuo de mí, pensar que podría encontrar en otra esos susurros que erizaban mi vello. Como pude ser tan inocente de creer que el calor de tu sudor sería el mismo que el de las demás…

No volverás, ya lo sé; pero, no puedo, no, no quiero aceptarlo. Ni quiero dos mundos sino uno. Tampoco quiero frío sino que calor. Y quiero reír, hablar, escuchar… Quiero amarte; y también quiero un sol que amanezca y una luna que ilumine la noche. Deseo que vuelvas, que vuelvas a casa."
El glamour desaparece de puertas para dentro, las lágrimas con el tiempo se secan, la energía pierde su fuerza, algunas bromas se vuelven pesada, hasta las palabras pueden terminarse...! pero una SONRISA nunca está de mas!



viernes, 9 de marzo de 2012

Prométeme que todo saldrá bien.

Sentir que el cielo se viene abajo. Que tus ganas bajan hasta el subsuelo. Que ya no tienes razones ni para levantarte por las mañanas. Que todos los esfuerzos que has hecho no están sirviendo para nada. Que no existe un maquillaje tan grueso como para no dejar pasar los sentimientos. Que te decepcionas por momentos. Pero darte cuenta de que no hay que rendirse, de que el principio es lo más difícil. De que cuando te caigas tienes que levantarte y seguir intentándolo, dos, tres, cuatro o mil veces, hasta conseguirlo. Hasta conseguir lo que quieres. De que cada vez que te caigas habrá alguien para recogerte, para darte un abrazo, para secarte las lágrimas, para prometerte que va a estar siempre contigo. Forzarte una sonrisa por las mañanas y creértela. Hacer el último esfuerzo y llenarte de ese presentimiento de que todo va a salir bien.