miércoles, 1 de febrero de 2012

Llega un momento en que en una noche como esta, estoy predispuesta a escribirte. Estoy predispuesta a tener una cena “normal” a tu lado, representa que tengo que portarme bien, y estar en silencio. (Sabes perfectamente que no me gusta estar en silencio). Estoy agusto en silencio, pero contigo no. Tienes tanto que contarme, pero no me miras a los ojos, encima te colocas lejos de mí. Creo que tienes miedo... tranquilo no caerás, somos jóvenes con sentido común, cosa que siempre me has repetido. La botella de vino... no sé para que la habré sacado, total... a ti no te gusta beber, y yo odio el vino. Te miro de reojo, y tú ni te inmutas. Me siento alagada, porque te has arreglado tanto pero también tengo miedo por si piensas que esto es más de lo “normal”. Y en ese momento te pones de pie y te alejas de la mesa que tanto me ha costado decorar. Recorres el pasillo, hasta que te encuentras, y vienes hacia mí seguidamente me contemplas. (Esta vez a los ojos). 

Me miras, te miro. (El tiempo murió)

-Dedícame un baile.

Sus manos rozaban mis fríos hombros, eso encendió un ambiente más voluptuoso. Nunca le había visto así, tan cautivante. Llene un vaso de temores, que estaba predispuesta a tirar al día siguiente. Mi nombre es Nicole, y hoy no sé bailar. Pero te gustaba ver como movía los pies. Te gustaba verme feliz. 
2 horas más tarde, nos vimos envueltos de sonrisas, miradas, y una botella de vino casi terminada.

-Siénteme.

Siempre he sido demasiado susceptible con estas cosas. Siempre me ha impresionado su manera de contemplarme en silencio. Siempre he sentido algo por el, siempre he querido pensar en el sin sentirme mal por hacerlo. Siempre te he sentido, y cuando digo siempre es siempre. Pero ahora es tarde, ya son más de las 12 y tengo otro compromiso, lo siento enserio... pero ha sido un malentendido por parte de los dos.

-Buenas noches, querido. (y el tiempo se puso de pie para otro baile).

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