sábado, 10 de marzo de 2012

casa vacía

"Sólo yo conozco el vacío que siento cuando cierro esas puertas. Unas puertas que separan dos mundos: uno contigo, y el otro sin ti. Ver esta casa que alberga mi corazón así me remueve el alma. Me duele ver esta casa en la que un día hubo música, en la que hubieron risas y abrazos; unos abrazos en los que se entrelazaban nuestros brazos formando un nudo imposible de deshacer. Aún te veo en el sofá, pues los cojines recuerdan tu figura, y aún no ocupo tu lado de la cama: territorio sagrado. Maldita cama en la que compartimos cuerpos y sueños, en ella, en esta cama ya no quedan más sueños sino imborrables recuerdos de ti. Tu almohada todavía huele a ti y la mía no me deja dormir.

Hace frío, o al menos aquí siempre tengo frío. Tengo que salir a la terraza a respirar un aire sin ti, a cerrar los ojos e intentar sentir en mi cara las caricias de un sol de ocaso. Y sí, cada vez que voy a abrir los ojos deseo desde lo más profundo de mi ser verte, que aparezcas delante de mí y que todo haya sido una breve y fugaz pesadilla. Pero lo único que veo es un sol que se esconde en el horizonte y una luna en medio del cielo que ensombrece mis esperanzas.

Me pregunto si cambiar de casa cambiará mi amor. Porque sustituir tu cuerpo por otros no lo ha conseguido. Ingenuo de mí, pensar que podría encontrar en otra esos susurros que erizaban mi vello. Como pude ser tan inocente de creer que el calor de tu sudor sería el mismo que el de las demás…

No volverás, ya lo sé; pero, no puedo, no, no quiero aceptarlo. Ni quiero dos mundos sino uno. Tampoco quiero frío sino que calor. Y quiero reír, hablar, escuchar… Quiero amarte; y también quiero un sol que amanezca y una luna que ilumine la noche. Deseo que vuelvas, que vuelvas a casa."

No hay comentarios:

Publicar un comentario